Vie, 11/07/2014 - 17:46 -- admin

4.2 ACTIVIDADES DEL AULA AL ENTORNO

4.2. ACtIVIdADEs dEL aUlA aL EntOrNO

A continuación se facilitan actividades para trabajar propuestas de acción y para optimizar la interacción con otros agentes sociales y/o la administración.

Es importante resaltar que esto es una representación de un gradiente deseable, pero que la realidad del propio centro, y el tejido social del que forme parte (incluida las administraciones) será lo que marque que agentes y/o administraciones se implicarán en cada iniciativa.

Por otro lado debemos advertir que son solo algunos ejemplos interesantes a tener en cuenta, buenas prácticas para servirnos como ejemplo y que la realidad de cada centro, las características de su entorno y del tejido social y las condiciones del momento en que se ponen en marcha, determinarán que proyectos son los más pertinentes.

ASpECToS A TeNEr En CUeNTa DESdE eL PUNtO dE ViSTa TErRITORIaL Y dE lA OrGAnIZAcIÓN uRBAnA:

En cualquier contexto y entorno es posible y recomendable poner en marcha proyectos que contribuyan al desarrollo de iniciativas de movilidad no motorizadas. Además hay que incidir en que los lugares más inhóspitos son justamente los que necesitan una mayor implicación en la modificación de
los hábitos de movilidad, favoreciendo espacios más amables y socialmente habitables. Por todo ello, la escuela se presenta como un vector fundamental en el desarrollo de iniciativas de este tipo (Ferrando, 2007)

Debido a la multitud de localizaciones de los centros educativos en Andalucía, es imposible realizar una descripción de cada tipo. Además, cómo se ha comentado anteriormente, la combinación con la realidad de cada centro y el momento en que se desarrolla, van a determinar la elección más adecuada.

La seguridad se convierte en la mayor responsabilidad, sobre la que desarrollar las acciones o prácticas elegidas. Una revisión detallada de las posibles situaciones de riesgo, se hace imprescindible. Del mismo modo, hay que atreverse a desarrollar acciones, que en mayor o menor medida, modifiquen la redistribución de los espacios para favorecer el desarrollo de proyectos viables de movilidad sostenible y saludable (Dekoster y Schoallaer, 2000). 

Otros aspectos que conviene tener en cuenta son:

Modelo urbano dominante: Ver si la zona donde se ubica el centro educativo es compacta (zonas con más cohesión social y trama urbana más cercana – imagínese los antiguos centros urbanos) o difusa – piense en las zonas de urbanizaciones de casas adosadas – (Regalado, 2009).

El tipo de calles por las que se accede al centro educativo: existencia de carriles bici, grandes avenidas, tamaño de las aceras, calles estrechas con tráfico rodado, calles peatonales...

El tipo de actividad social que se desarrolla en el entorno próximo del centro: zona comercial tradicional, zona residencial, zona más o menos poblada, aislado del núcleo urbano...

Condiciones espaciales del propio centro: Entrada y salida al centro, zona de aparcamiento, ocupación del espacio...

Señalizaciones: La existencia de señalizaciones y elementos de control de tráfico.

Origen residencial de las personas que vienen al centro educativo:

grado de cercanía al centro y entre ellas.

Acceso por otros medios de transporte compartido o público: paradas de metro, tranvía, autobús público, servicio de autobuses privados – ruta de autobús escolar.

Es importante resaltar, que no existen las condiciones espaciales perfectas o ideales para el desarrollo de las propuestas recogidas en este material. Del mismo modo, tampoco existen condiciones que imposibiliten el desarrollo de las mismas. El análisis y conocimiento de las condiciones en las que se va a desarrollar el proyecto, no debe limitar, sino procurar la oportunidad de aumentar el grado de éxito y consecución de los objetivos propuestos. 

AsPECtOS a TeNEr En CuENtA dESDe La OrGAnIZACiÓN sOCIaL

Deben existir unas mínimas condiciones en cada realidad territorial, estando íntimamente relacionadas con el grado de madurez de los vínculos entre Centro Educativo y la comunidad en la que se inscribe, en función de experiencias anteriores de colaboración mutua, así como de la disposición presente al trabajo colaborativo. Cuanta más experiencia previa en el trabajo en red, con más facilidad se podrán articular los diferentes esfuerzos que hagan posible

el desarrollo de proyectos o intervenciones en los que tomen parte un mayor número de agentes sociales y administraciones públicas.

Con intención de cubrir el conjunto de situaciones que se pueden encontrar, las actividades se clasifican en función de los protagonistas, de quienes pueden impulsar cada una de ellas en alianza y desde el trabajo colaborativo, estableciendo los siguientes niveles:

Comunidad Educativa:

proyectos que se realizan desde el impulso y los recursos del propio centro, contando en todo momento con madres, padres, alumnado y profesorado para su desarrollo.

Comunidad Educativa y Agentes Sociales: proyectos
o iniciativas que se realizan en colaboración con asociaciones, colectivos, grupos del territorio (AAVV, clubs ciclistas, colectivos ecologistas, iniciativas decrecentistas...etc.) y contando en todo momento con madres, padres, alumnado y profesorado para su desarrollo. 

Comunidad Educativa, Agentes Sociales y Administraciones Públicas:

proyectos o iniciativas que se realizan en colaboración con asociaciones, colectivos, grupos del territorio (AAVV, clubs ciclistas, colectivos ecologistas, iniciativas decrecentistas...etc.), delegaciones municipales de la administración local, así como otras instituciones y contando en todo momento con madres, padres, alumnado y profesorado para su desarrollo.

A medida que se suman más agentes aumenta el grado de complejidad de
los proyectos, pero también su impacto. Cada realidad tendrá condiciones diferentes y por ello cada centro puede determinar hasta donde puede involucrar a diferentes agentes comunitarios. Como veremos más adelante, las propuestas concretas que podamos llevar a la práctica, pueden combinar diferentes niveles, puesto que un proyecto que nace desde la comunidad educativa, puede finalizar involucrando a otros actores sociales en etapas posteriores.

En el siguiente cuadro se pueden observar estos elementos con mayor claridad y puede ser de utilidad para descubrir en qué momento está nuestro centro2

Cuadro 1. Los siete pasos para la construcción de redes. Elaboración propia. 

En función de en qué etapa estemos respectos a los diferentes actores sociales de nuestra comunidad, podremos plantear acciones o proyectos que les impliquen en mayor o menor medida, sin perder de vista que la puesta en marcha de iniciativas para el fomento del uso de la bicicleta, es una oportunidad para favorecer la relación entre la escuela y la comunidad. En cada situación concreta, evaluaremos qué etapa es la que se ajusta a nuestra realidad, para así introducir -o no- a un mayor o menor número de agentes en las propuestas.