Lun, 12/01/2014 - 12:06 -- admin

2.6 METODOLOGÍA

Para las tres líneas de trabajo se plantea una metodología participativa, basada en la construcción colectiva del conocimiento, partiendo de las ideas previas que el alumnado pueda tener sobre diferentes temas. El trabajo en grupo, la puesta en común, con posterior análisis colectivo y debate, son una constante en las diferentes propuestas, ya que no solo se trabajan los contenidos referentes a la materia en cuestión, sino que contribuyen a la adquisición de valores como
la solidaridad, el respeto, la tolerancia, etc., actitudes como la comunicación, escucha activa, colaboración, etc, y conocimientos
como el análisis de la realidad, planificación, acción y evaluación, todos ellos fundamentales en el desarrollo de una ciudadanía que se involucre en la creación de ciudades más sostenibles y humanas.

Se favorece en todo momento la aplicación de un enfoque sistémico, haciendo especial hincapié en las relaciones existentes entre los diferentes elementos, procesos y actores partícipes configuradores de las ciudades. La premisa de partida es la de “aprender haciendo”, desarrollando un proceso que combina el análisis y conocimiento de diferentes fenómenos relacionados con lo urbano, con un itinerario de Educación para la Participación. En este sentido, el marco metodológico adoptado se basa - con algunas incorporaciones- en el aprendizaje dialógico “Aubert et al. (2009)”, desde una perspectiva comunicativa propia de la actual sociedad del conocimiento, donde los significados dependen del conjunto de interacciones humanas y por tanto el aprendizaje se produce entre iguales, profesorado, familiares, amistades y todas las personas de la comunidad que se relacionan con el alumnado. Se busca un enfoque multidisciplinar y que persigue el respeto a las diferencias, la gestión de la diversidad y la acción transformadora del propio entorno desde la construcción de una educación igualitaria.

De forma concreta, la propuesta metodológica planteada se caracteriza por:

Estar anclada en la realidad concreta. No puede plantearse como una mera acumulación de contenidos teóricos sino que tiene que enraizarse o referirse permanentemente a la realidad concreta de la comunidad educativa, a situaciones, necesidades, problemas e intereses precisos de ésta. De ahí que se proponga la comparación de los modelos analizados con la realidad
del municipio el análisis por parte del alumnado del entorno urbano de la escuela, así como de sus inquietudes y deseos.

Carácter procesual. Para la implementación de cualquiera de las líneas del programa educativo se recomienda que no sea una suma de episodios formativos aislados, sino un proceso gradual y continuado en el tiempo desarrollado de forma sistemática. De ahí que se ofrezcan las diferentes secuencias para cada una de las líneas de trabajo, y que responden a esta lógica. Por su puesto adaptados a la realidad de cada Centro Educativo.

Primar el carácter grupal. En las diferentes propuestas se favorece al grupo como elemento educativo y se apuesta por la construcción colectiva del conocimiento como fundamento del aprendizaje. El grupo no solo es un potente recurso educativo, sino que el aprendizaje es fruto de interacciones de la persona con su entorno y por tanto, es un fenómeno esencialmente grupal.

Carácter participativo. El alumnado debe ser protagonista de su propio proceso de aprendizaje y su intervención debe ser en el análisis, la toma
de decisiones y en su ejecución. De esta manera se refuerza la iniciativa y
la autonomía del alumnado frente a valores o actitudes de dependencia y subordinación. Por otro lado se recomienda la participación de otros sectores de la comunidad educativa.

Carácter comunicacional. La propuesta educativa privilegia la comunicación, en todas sus formas y lenguajes, como instrumento y eje del aprendizaje, basándose en el diálogo y el intercambio.

Carácter práctico, utilidad. Se plantea que el alumnado aprenda partiendo de su propia experiencia y prácticas reales. Es fundamental buscar sistemáticamente la utilidad y la aplicación concreta de lo aprendido.

Carácter constructivo y significativo. El punto de partida del proceso de aprendizaje es el reconocimiento y sistematización de lo que el alumnado “ya sabe” por su experiencia personal, por su contacto con la realidad, por su formación previa, etc., como base y cimiento de la incorporación de nuevos conocimientos.

Carácter crítico. Uso de la pregunta y el cuestionamiento permanente cono herramienta básica, estimulando el pensamiento divergente, buscando la elaboración de criterios propios frente a la aceptación acrítica de conceptos y saberes “preestablecidos”.

Carácter dinámico. La propuesta se plantea amena y variada, buscando sostener el interés y la atención del alumnado, hacer satisfactorio el aprendizaje, utilizar el sentido del humor y el juego como herramientas. Es recomendable huir de largas exposiciones y monólogos.

Carácter dialéctico. En las diferentes líneas de trabajo se favorece que el aprendizaje se produzca en la confrontación permanente entre la teoría y la práctica, entre lo particular y lo general, lo subjetivo y lo objetivo, lo local y lo global, lo individual y lo colectivo, la experiencia propia y la ajena, etc.

Carácter sistémico. Se potencia la capacidad de relacionar diferentes componentes de la realidad, que el alumnado adquiera la posibilidad de desarrollar una visión compleja de la misma y que sea capaz de relacionar diferentes situaciones entre sí y las repercusiones que esto tiene.