Lun, 12/01/2014 - 13:08 -- admin

Las ciudades andaluzas tradicionalmente han sido ciudades compactas, densas y con diversidad de usos y mezcla social. Sin embargo el modelo urbano desarrollado en las últimas décadas ha roto con esta lógica. Las ciudades han crecido de manera difusa, y han ido separando los espacios por funciones y por grupos sociales. La ciudad ha ido asumiendo progresivamente la estructura

de un lugar de separaciones de funciones y separación de personas: nacen los lugares para dormir, los lugares de trabajo, los lugares para la enfermedad, los lugares para la infancia, los lugares para las personas mayores, y cada vez se van especializando más y por tanto separándose y haciéndose autónomos. (Tonucchi, 1997).

Este modelo de organización de la ciudad en el espacio, por un lado aumenta la ineficiencia del metabolismo urbano (mayores entradas y salidas) y por otro merma la posibilidad de que coexistan diferentes grupos sociales. 

La CiUdAD CoMPACtA:

Son ciudades más concentradas, de tamaño medio, con mayor accesibilidad a todos los servicios, y un alto nivel de socialización. Tradicionalmente las ciudades del área mediterránea, a la que Andalucía pertenece, se caracterizaban por haber seguido un modelo de urbanismo compacto. Conviene recordar que la sostenibilidad de la ciudad compacta es una cuestión de escalas. Ciudades como Nueva York se pueden considerar compactas, pero distan diametralmente de poder ser consideradas como ciudades sostenibles. 

 

LA CIUDAD DIFUSA

Se corresponde con un modelo de urbanismo importado del mundo anglosajón. Crecen extendiéndose en el territorio, presentan urbanizaciones de viviendas unifamiliares, o chalets adosados. Precisan de una mayor extensión de infraestructuras asociadas tanto a la distribución de recursos materiales y energéticos como a la recogida y gestión de los residuos. Los lugares de socialización son menos, y hacen la vida prácticamente dependiente del automóvil con todo lo que ello implica (consumo de combustibles, construcción de carreteras, etc). Este modelo ha sido adoptado durante las últimas décadas para el crecimiento de las ciudades. 

 

Un importante reto es el de conseguir ciudades que por un lado permitan la satisfacción de las necesidades humanas con el mínimo impacto (por ejemplo mediante un sistema de movilidad basado en los medios de transporte activos, a pie o en bicicleta), y por otro lado favorezca la coexistencia de personas pertenecientes a diferentes grupos sociales respecto a edad, género, procedencia, etc.