Mar, 12/02/2014 - 10:41 -- admin

Diariamente en las ciudades se producen numerosos desplazamientos. En los modelos urbanos actuales (segregados espacial y funcionalmente) han aumentado estas necesidades de desplazamientos, en número y en distancia recorrida. En sociedades democráticas como la nuestra se espera que esta necesidad esté posibilitada por un sistema de movilidad que proporcione los medios y las oportunidades atendiendo a las necesidades económicas, medioambientales y sociales de manera eficiente y equitativa. Sin embargo en el sistema de movilidad actual el coche ha adquirido un enorme protagonismo. 

Si el coche es el medio de transporte que domina en la actualidad el sistema de movilidad urbana, ¿Qué sucede con todas las personas que no tienen acceso al coche de manera independiente por cuestiones de edad -juventud e infancia, personas mayores-, posibilidades económicas, etc2

Algunos de los factores que están relacionados con los procesos de movilidad son: el espacio público ocupado por los vehículos y las infraestructuras necesarias para estos; el tiempo dedicado a cada desplazamiento, la distancia hasta los lugares de destino, la energía invertida, los recursos consumidos y los residuos y emisiones generadas. 

Se ha calculado que en Sevilla se realizan diariamente el equivalente a 44 viajes a la luna en desplazamientos en automóvil. (Manuel Calvo, CP). 

El modelo de movilidad actual, en el que el transporte principal es el automóvil, supone un problema en sí mismo para la ciudadanía. La saturación de vehículos en las calles, genera estrés, provoca la pérdida de espacio urbano para las personas, y ralentiza los desplazamientos. Y todos estos efectos van en detrimento del uso amable de otras maneras de transportarse como ir a pie, la bicicleta, o el transporte público, y en detrimento de la posibilidad de las personas de disfrutar y usar el espacio público. A esto hay que añadir que la movilidad motorizada y de largas distancias es la fuente de numerosos problemas ambientales de la ciudad: la contaminación del aire por emisión de sustancias venenosas y un aumento en las emisiones de CO2 –cuyo incremento en la atmósfera está directamente relacionado con el cambio climático-.

En el campo concreto de las emisiones, “el transporte es uno de los sectores que peor se ha comportado con respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero, con un incremento de emisiones del 97% desde 1990, lo que supone ya cerca del 28% de las emisiones totales producidas en Andalucía.” (Junta de Andalucía, 2011).

A esto hay que añadir el excesivo e insalubre ruido, el elevado número de accidentes, y debido a la ocupación del espacio público la pérdida de autonomía de determinados grupos sociales como la infancia, las personas mayores o aquellas con alguna diversidad funcional. 

Por tanto la movilidad urbana debería estar organizada de manera que las personas que viven en las ciudades tengan la posibilidad de habitarlas con calidad, y moverse en igualdad de oportunidades y posibilidades cuando fuese necesario. Debería minimizar la contaminación, el agotamiento, el estrés, la ocupación del espacio público, etc.

El trabajo por una movilidad sostenible desde los contextos educativos debe partir de la visibilización de los problemas que genera una movilidad mal planteada y de la desmitificación de algunas creencias erróneas sobre la misma. De esta forma seremos capaces de plantear y demandar otros sistemas de movilidad que minimicen estos grandes inconvenientes.  

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2 - Existen numerosos estudios que ponen de manifiesto incluso diferencias en las posibilidades de acceso al automóvil en detrimento de las mujeres.